Tomando el camino del sur desde la encrucijada de caminos, se encuentra el sendero que lleva al Desierto de Halem. En esta región es donde una vez y hace siglos, estaba la capital del antiguo Imperio, La ciudad Ambar, dominando todo este continente desolado que una vez fue Ethuria. El desierto ocupa gran parte del sur del continente. Podríamos decir que se extiende más allá, pues la Isla del Wadi no apareció hasta el gran cataclismo, aunque actualmente no se la considera parte del desierto, pese a tener el mismo aspecto.
Entre todas las regiones afectadas por el Gran Cataclismo, ninguna ha sufrido tanto como este desierto. Las crónicas fragmentadas que aún perduran indican que fue aquí donde surgieron por primera vez los temibles Devoradores de Magia, horrores nacidos de la arrogancia de los Magocratos Ethurios. Estas criaturas consumieron no solo la magia del lugar, sino también la propia esencia vital de la tierra, condenándola a convertirse en un páramo seco y cruel.
La legendaria Ciudad Ámbar, otrora capital imperial y maravilla flotante, desapareció sin dejar rastro. Su paradero actual es un misterio, oculto bajo las arenas o perdido en la bruma del tiempo. Solo ruinas y vestigios ocultos bajo la arena atestiguan su pasada grandeza.
Durante siglos, el desierto se mantuvo inmutable, habitado apenas por tribus nómadas de humanos y elfos que fundaron enclaves como el Oasis del Espino y el ya extinto Oasis de la Sierpe, este último abandonado hace más de seis décadas.
No obstante, en tiempos recientes, la región ha sido testigo de un nuevo orden. Muhammad Nasir I, el ambicioso Sultán del Wadi, ha reclamado el desierto como suyo. Fortificó el oasis aún habitado y levantó defensas en el puerto sureño, desde el cual sus naves zarpan hacia la Isla de Puerto Wadi, su trono insular. Las patrullas del sultán ahora recorren las dunas, llevando con ellas la sombra del control, pero también la promesa de una nueva era… o tal vez, de otra caída.
Región árida y vasta situada al sur del continente, el Desierto de Halem es un territorio de extremos: sofocante calor, rutas inciertas y restos de un pasado imperial perdido. Su entrada natural es el Oasis Turquesa, punto de partida habitual de las caravanas y único refugio antes de adentrarse en las dunas. Desde allí, el viajero se enfrenta a un mar de arena sin señalización, donde solo los nómadas conocen el camino.
El sendero principal se dirige al Sureste, pasando por antiguas ruinas Ethurias y por el Oasis del Espino, todavía habitado. Al Este, más allá del desfiladero de la Gran Grieta y las montañas conocidas como Los Colmillos, se halla el Oasis de la Sierpe, abandonado tras un ataque de una criatura desconocida. Se sospecha que en esta región oriental podría encontrarse la mítica Ciudad Ámbar, aunque ninguna expedición lo ha confirmado. Se mencionan peligros como los Aguijoneadores, seres que nadie ha descrito con precisión.
Halem está habitado por diversas tribus nómadas: los Thamud, comerciantes de agua; los Wahi, únicos sedentarios y ligados al sultanato del Wadi; los Chernaov, buscadores de saberes antiguos; y los Kalianos, elfos rojos adaptados a la vida entre las dunas. Todas conservan un fuerte vínculo con la arena, la tradición y la supervivencia.
Al sur, el Puerto del Mar Impenetrable sirve como conexión con la Isla del Wadi y su capital, Al-Wadihat, centro de poder del sultán Muhammad Nasir I.
Halem es una tierra exótica y letal, donde las huellas del antiguo Imperio Ethurio yacen ocultas bajo las arenas, esperando a ser redescubiertas… o a devorar a quienes las busquen.
El viajero despistado no deberá preocuparse del estado de su odre de momento, pues no tardará en llegar al primero de los tres oasis localizados en la actualidad, el llamado “Oasis Turquesa”. Punto limítrofe entre el valle y el comienzo del desierto. Es parada regular de las caravanas que atraviesan el desierto y se puede descansar y refrescar en sus dulces aguas.
El oasis turquesa representa la entrada al desierto desde los dos puntos de acceso más conocidos, la encrucijada del camino de Galparan y el Sendero del Sur desde Asufeld.
Este oasis de aguas tranquilas no tiene nada interesante más allá de que es el último punto donde cualquier servicio de caravanas os llevará en el desierto, pues no se atreven a entrar más allá. Desde aquí parten todos los caminos conocidos para visitar el desierto.
El terreno de la Gran Grieta es tanto arenoso como rocoso y su paso se torna dificultoso. Un puente de roca natural es lo único que une ambos puntos del desfiladero, por lo que el viajero deberá armarse de paciencia para pasar y no caer a un vacío que se pierde en la mirada.
Originado durante el Gran Cataclismo, hay quien afirma que si se consigue descender a su interior, se encontrarían restos intactos de ciudades Ethurias, pero esto es algo que nadie ha podido comprobar hasta el momento.
Esta zona suele ser merodeada por los Kushan, que se dedican al asalto de caravanas y grupos reducidos que se dirigen hacia el norte o hacia el Oasis del Espino.
Esta pequeña isla no muy lejos de la costa del Desierto de Halem, es también una pequeña región arenosa y desértica, probablemente antaño estuvo pegada al propio desierto, formando una península, pero tras el Cataclismo, apareció como isla.
La primera edificación conocida en la Isla corresponde al cuartel general de la Compañía Comercial del Wadi, una compañía que se encargaba de la explotación de los recursos de la zona hace más de medio siglo. Un grupo de integrantes de esta compañía comenzó las relaciones comerciales con Asufeld e Istek cuando ambas ciudades fundaron la Federación Mercantil del Sur. Con ello, el cuartel comenzó a expandirse con nuevas viviendas y comercios, fundándose la primera ciudad de la que se tiene constancia hasta la fecha en los escritos de la región, que no son muchos.
Los más ancianos cuentan que, hace aproximadamente 60 años aparecieron en la Isla un joven humano de apenas 20 veranos y un clérigo que, sin ser ojo experto, clamaba al aire pregonar la fe del Viajero, Goram. Decían que el Camino los había llevado hasta ahí, hasta la misma Isla del Wadi, uno de los lugares más remotos del Continente, y que era ahí, además, donde terminaba su eterna travesía. Levantaron la primera piedra del que ahora constituye el Templo de Goram del Wadi, y fue el clérigo, Hakim Veesh quien nombró por designio divino, a aquel joven, Muhammad Nasir, como Sultán. Tras esto el auge de la ciudad de Al-Wadihat fue exponencial, enfervorecidos por las visiones del sacerdote, que todas parecían cumplirse.
Una vez el viajero atraviese la ciudad (si puede hacerlo sin perderse entre los mil y un pecados para los sentidos que ofrece) podrá acceder a la famosa Mina del Resplandor a través de un estrecho sendero que serpentea por acantilados en medio de la isla. Este fue el primer yacimiento que se expolió a la Isla, pero actualmente está prácticamente vacío, y el lugar ha sido ocupado por escarabajos y otras criaturas nativas e la zona a las que no han sabido poner nombre sus habitantes.
La inmensidad de la ciudad reivaliza sin duda alguna con Shamar, la joya del norte, y en ella uno puede encontrar todo aquello que desee: mercados, placer, vicios, mil templos, grandes bibliotecas mágicas, torres arcanas donde los magos más poderosos del mundo realizan sus experimentos, grandes posadas y tabernas y los objetos y artefactos más lujosos y exóticos de las Tierras Desoladas.
La isla del Wadi por tanto es un lugar en el que uno puede acumular grandes dosis de riqueza, pero a cambio de un alto precio. El lector deberá considerar que si merece la pena hacer fortuna a costa de tan largo viaje con numerosos peligros tanto fuera como dentro de la isla.
He tenido la oportunidad de explorar el desierto de Halem y sus puntos de interés a lo largo de mis viajes, he invertido una suma considerable para viajar más allá del mar de arena y así aconsejo a todo aquel que quiera seguir mis pasos e investigar en lo inexplorado. Si bien me llevo mucho más que experiencias y recuerdos que no seré capaz de olvidar, tengo la obligación de documentar sobre todo lo que he descubierto para que así podáis llegar a conocer más éste no tan desolado territorio, en concreto de sus habitantes y de aquellas criaturas que he podido estudiar.
La sensación de infinito que transmite este desierto no tiene rival a la evocación que emite el mar de arena una vez cruzas el desfiladero, la Gran Grieta te permite percibir maravillas que la tierra del continente no me ha llegado aún a transmitir, y aunque probablemente se deba a la falta de experiencia en mis viajes espero que tengáis precaución cuando lleguéis a asomaros por el infinito vacío que el surco de aquella grieta os mostrará.
Allá donde yacen picos con forma de colmillos de bestia podemos encontrar a los temibles Gigantes de las arenas, no he tenido la desdicha de toparme con ninguno de éstos seres pero sí que he preguntado a lo largo del Oasis del Espino al respecto para reunir información sobre los mismos.
Aquellos que se han visto atraídos por el hambre de la fortuna y de una demencia sin diagnosticar han sido escasos, y menos aún los que han vuelto con vida. Aunque he podido cruzar palabra con algunos de ellos una única mujer ha sido capaz de contar su experiencia en el hogar de los temidos y respetados Gigantes de las Arenas.
Su historia reservaré para aquellos bardos que quieran conseguir cantar una oda, sin embargo he podido apreciar que poseen una estructura social que se debe retomar más allá de los tiempos Ethurios, basada en clases muy específicas en las que cada individuo parecía relacionarse con un rango social individual, algo que demostraban con constantes muestras de superioridad e inferioridad y, para mi sorpresa, que ninguno era igual que otro. Su sociedad parecía agruparse en distintas comunidades que se especializaban en distintas tareas, y la lucha de poder que éstos tenían era particular como ninguna, puesto que una traición no era visto como una ofensa, sino más bien como una grosería puesto que no tardaban en reanudar su vida sin llegar a tratar temas como el exilio ni remover el rango actual del susodicho.
A diferencia de otras criaturas, las bandas de Gnolls son algo asiduo para aquellos que se desvían lo indebido o que tienen la desdicha de ser asaltados en el camino que discurre entre el Oasis Turquesa y el Oasis del Espino. Estas criaturas son híbridas entre un humano y un mamífero cánido que se asemeja a un perro o a un chacal, suelen merodear los restos de viejas ruinas Ethurias para aprovechar la sorpresa de su emboscada pero por lo visto poseen un campamento fortificado en algún punto central del desierto, uno en el cual guardan sus botines y esclavos de los cual he podido llegar a conseguir este conocimiento.
Uno podría llegar a definir esta especie con suma sencillez al ser criaturas tan primitivas, tienden a ser descritos por sus víctimas como criaturas perezosas y salvajes, confiando principalmente en la esclavitud, el bandidaje y las redadas sangrientas para beneficiarse de comida y armas. Son criaturas que prefieren la nocturnidad y su barbarie parece estar relacionada con la adoración a extrañas deidades, sus particularidades no sabría llegar a definir más que dar pequeños deidades que coinciden, de folclore maligno y posiblemente producto de su propia adoración puesto que no comparten la misma en distintos tiempos.
Más allá de la cultura que éstos posean parecen tener ciertas diferencias en cuanto al híbrido mestizaje que poseen, para algunas tribus resultan ser una sociedad abusivamente patriarcal donde la figura de poder siempre reside en un varón fuertemente decorado por fetiches tribales, mientras que para otras —en concreto las que asemejan cualidades como las hienas— poseen una estructura matriarcal igual de abusiva para el sexo opuesto.
A diferencia de otras criaturas, las bandas de Gnolls son algo asiduo para aquellos que se desvían lo indebido o que tienen la desdicha de ser asaltados en el camino que discurre entre el Oasis Turquesa y el Oasis del Espino. Estas criaturas son híbridas entre un humano y un mamífero cánido que se asemeja a un perro o a un chacal, suelen merodear los restos de viejas ruinas Ethurias para aprovechar la sorpresa de su emboscada pero por lo visto poseen un campamento fortificado en algún punto central del desierto, uno en el cual guardan sus botines y esclavos de los cual he podido llegar a conseguir este conocimiento.
Uno podría llegar a definir esta especie con suma sencillez al ser criaturas tan primitivas, tienden a ser descritos por sus víctimas como criaturas perezosas y salvajes, confiando principalmente en la esclavitud, el bandidaje y las redadas sangrientas para beneficiarse de comida y armas. Son criaturas que prefieren la nocturnidad y su barbarie parece estar relacionada con la adoración a extrañas deidades, sus particularidades no sabría llegar a definir más que dar pequeños deidades que coinciden, de folclore maligno y posiblemente producto de su propia adoración puesto que no comparten la misma en distintos tiempos.
Más allá de la cultura que éstos posean parecen tener ciertas diferencias en cuanto al híbrido mestizaje que poseen, para algunas tribus resultan ser una sociedad abusivamente patriarcal donde la figura de poder siempre reside en un varón fuertemente decorado por fetiches tribales, mientras que para otras —en concreto las que asemejan cualidades como las hienas— poseen una estructura matriarcal igual de abusiva para el sexo opuesto.
Me gustaría poder explicar ambos por separado pero es una situación compleja explica la existencia de uno sin aclarar la del otro. Ambas tribus son de cultura nómada por lo que comparten lazos relativamente definidos y siempre vagan por el desierto de Halem, sobreviviendo principalmente de la ganadería con animales que varían según el comercio que realizan en su paso por el Oasis, generalmente cabras y camellos que les ayudan a cargar con sus pertenencias, algunos dicen que son de los mejores jinetes que se pueden ver.
Menciono la ganadería en concreto por encima de cualquier rapiña dado que el número de cabezas de ganado simboliza la riqueza de un individuo, y aquí es donde entra la confrontación de ambos clanes que llevan en colisión los unos con los otros desde que se conoce de su existencia. En general, estas sociedades se establecen en lugares en los que los recursos son escasos y por tanto es imposible formar un campamento permanente.
Acerca de su acceso y relación hacia la magia es desconocido, se ha llegado a insinuar que son partidarios de unas tradiciones de índole chamánica/espiritual aunque se ha llegado a encontrar templos en forma de altares o monolitos grabados en los desiertos los cuales visitan de forma estacionaria. En cualquier caso, existen historia de cómo viajeros del desierto con extrañas enfermedades y dolencias se han recuperado extraordinariamente gracias a la asistencia de sus denominados chamanes. Existe la posibilidad de que puedan tener conocimientos de la botánica que nosotros desconocemos, sería interesante llegar a conversar con algún chamán de la tribu para averiguar qué maravillas ocultan sus tradiciones.
Los Thamud son conocidos como comerciantes de agua de las arenas, donde sus precios varían ampliamente según el punto de comercio que establecen, en nuestro viaje nos llegamos a cruzar con un pequeño asentamiento de no más de quince personas, todos ellos pertenecientes a los Thamud, y dado que estábamos viajando cerca de la Gran Grieta, los precios del agua se podían comparar con la compra de una carreta en Galparan, pero si alguna vez os encontráis en el desierto sin agua y carecéis del arte que posee un Thamud para sacar agua de la nada… os recomiendo que paguéis el precio por vivir hasta el próximo oasis.
Los Chernaov son el bando opuesto, su interés en el comercio es más reducido aunque no es de descuidar dada su tradición por ser grandes buscadores de conocimiento del Viejo Imperio en el desierto. Estuve deseando en mis viajes toparme con alguno de ellos para poder admirar cualquier artesanía o hallazgo del enterrado conocimiento del reino Ethurio, pero por mi desgracia no di con ellos por el desierto, si en Puerto Wadi, donde regentan un lugar llamado Madrasa, una especie de universidad. Si alguna vez llegáis a encontraros con alguno en los Oasis espero que tengáis la amabilidad de compartir dicho conocimiento con el resto.
La tribu que habita principalmente en la Isla del Wadi, recibiendo su nombre debido al dominio sobre la misma, originalmente de tradiciones nómadas hace tiempo que las abandonaron para convertirse en una tribu sedentaria que ha alcanzado más poder que ninguna otra.
Gracias a su pericia como comerciantes, los Wahi se han convertido en la fuerza más poderosa del sur. Desde su capital, Al-Wadihat, extienden sus redes comerciales a todo el continente y en los últimos años han expandido sus miras a todo el desierto de Halem, que "controlan" oficiosamente. Actualmente el sultán del Wadi, Muhammad Nasir I es el gobernante de la isla y del desierto, siendo uno de los patriarcas de los clanes Wahi más importantes de toda la historia.
Dicen los cuentos wahi que su cometido en aquella isla es salvaguardar los terrores que se ocultan en las minas del mundo exterior, una constante batalla que se oculta en las sombras y, que si no fuera por ellos, dichos peligros traerían desgracias inimaginables. Personalmente creo que dichas historias no son más que un cuento para asustar a todo interesado por hacerse con el dominio de dicha mina, aunque muchos mineros confirman que en esas minas no sólo hay riquezas y que en lo más profundo de las mismas hay criaturas indescriptibles.
Los Kushan son unos nómadas del desierto que no son para nada hospitalarios. Expertos asaltantes de caminos, uno ha de andarse con cuidado cuando se encuentran con ellos. Son tremendamente hostiles y diestros, atacando a los viajeros bien sea por haber invadido su territorio o por el deseo de saquear las pertenencias de los viajeros, principalmente de los extranjeros. Según pude informarme, los Kushan son nómadas belicosos que han tomado las armas contra el Oasis del Espino y otras tribus nómadas del desierto, considerándose los verdaderos guardianes del desierto. Siendo una amenaza constante para el resto de tribus o clanes.
El Espino plateado, o también llamados los "Caravaneros", son la tribu que levantó el asentamiento en el segundo oasis del desierto, llamándose el Oasis del Espino. Al ser los primeros de las muchas tribus nómadas en asentarse, los Espino Plateado empezaron a controlar y defender el oasis, al ser un punto vital y estratégico en Halem.
Los Espino Plateado tienen una buena habilidad para el comercio y la gestión de caravanas. Pueden llegar a montar unas 30 caravanas de una vez para que crucen el desierto hasta el destino necesario para la venta de los productos que atesoran, y no escatiman en seguridad. Al igual que la Tribu de los Wahi, tienen mucho dinero, y normalmente están en guerra comercial con esta tribu para tener el dominio mercantil del desierto y de sus compradores del extranjero. Actualmente controlan el consejo mercantil y la banca del Oasis del Espino, aunque eso es natural si uno se fija en la mayoría de sus integrantes, ¡la gran mayoría pertenecen a esta tribu!
No solo los Wahi los envidia y enfrentan, otras tribus recelan de ellos cada vez más al intentar imponer más sus normas y controles del comercio en Halem. Pero a diferencia de los Wahi, los Espino Plateado carecen de la belicosidad necesaria para alzarse con el poder en el vasto desierto y es por ello que actualmente se han convertido en los vasallos más poderosos de la Isla del Wadi, aunque el sultán los considera un incordio más que otra cosa.