"La historia de las Tierras Desoladas está tras un velo desconocido pero a la vez fascinante, donde la realidad, lo mítico y sobrenatural van de la mano siempre."
-Lordan Hauster, Cronista de las Tierras Desoladas.
Las Tierras Desoladas cuentan con una historia rica y detallada que está dividida en distintas eras. Estas representan los diferentes estados por los que ha pasado el continente que se representa en el servidor. Las eras son conocidas como Era Ethuria, Era del Cataclismo, Era de la Desolación y la Era de la Magia, la era actual.
Toda la información de la historia de las Tierras Desoladas es de dominio público ya que habla de eras pasadas y se puede consultar en bibliotecas, templos o hablando con personajes que participaran en dichos acontecimientos. Aun así, tened en cuenta que vuestros personajes no tienen porque conocer toda la historia, solo aquellos con puntuaciones altas en las diferentes habilidades de Saber podrían hacerlo.
Caer en el metarrol y asumir que los personajes conocen todo por el simple hecho de ser una historia recopilada, tendrá sus consecuencias.
Los orígenes de esta era son confusos y poco precisos en la actualidad. Las fábulas y los hechos reales se unen para dar origen a la creación del mundo, y pese a que muchos son mitos que no están contrastados, la existencia de los dioses antiguos es una realidad, por lo que a día de hoy se considera que debe haber cierta verdad en estas viejas historias.
En algún momento de la antigüedad, los elfos y los enanos, las razas más antiguas que se tienen constancia, dieron sus primeros pasos en sus respectivas civilizaciones. Comenzaron a construir sus asentamientos y dar vida a su cultura más primigenia. De forma posterior, los humanos que habitaban en el continente aun en su estado primitivo, abandonaron sus cuevas para establecer contacto con estas razas y a compartir conocimientos que les permitiría desarrollarse por si mismos. Tanto elfos como enanos compartieron el saber y conocimientos adquiridos hasta ese momento, y esto llevó a una rápida evolución, expansión y desarrollo cultural de la civilización humana.
Se desconoce hasta la fecha las etapas o periodos por las que pasaron tanto la raza humana como las restantes razas durante esta era. Apenas hay información o pruebas de su pasado, quedando solo viejos túmulos o monolitos para contar la historia de esta época olvidada.
Fue hace cinco siglos aproximadamente que la raza humana llegó su cenit evolutivo, empezando a registrar su historia por medio de escritos, ruinas y artefactos que han sobrevivido al paso del tiempo, dando según los historiadores comienzo de la era Ethuria.
La era Ethuria fue el periodo de mayor esplendor de los territorios que en la actualidad abarcan las Tierras Desoladas. Las raza elfa, enana y principalmente la humana alcanzaron la cúspide de su evolución.
Los humanos aprendieron el uso de la magia gracias a elfos, y perfeccionaron esta disciplina durante siglos, lo que unido a los conocimientos adquiridos en artesanía enana permitió a una élite entre la raza humana comenzar a construir ciudades que superaban al resto de razas en esplendor y poder. Daba comienzo la civilización Ethuria.
Esta se extendía por todo el continente y sus ciudades florecían como centros de estudio y culto de diversas artes y disciplinas, pero era en el de la ámbito de la Urdimbre donde más destacaban llegando a superar incluso a los elfos y a los enanos, razas más antiguas, en este campo. En estas ciudades Ethurias, la magia era el principal recurso, y también en ellas, los Catalizadores de magia o magos, gozaban de posiciones sociales muy importantes. La mayoría de estos arcanos empezaron a autodenominarse como Magócratas, y eran conocidos en toda la tierra antigua por ser los mejores de su Era. Sus estudios en el dominio de la Urdimbre y hechizos eran envidiados, temidos y conocidos a partes iguales.
Los Magócratas no solo eran poderosos magos, sino también los gobernantes de estas ciudades que empezaban a florecer en un Imperio. Mezclaban la política con sus estudios arcanos, y cuanto más poderosos en el campo de lo arcano eran, más poder político abarcaban. En uno de sus delirios de grandeza, los Magócratas se valieron de su magia para sostener las ciudades en el aire, un punto álgido y claro gesto de soberanía, dominio sobre otras razas más retrasadas y la constitución de su Imperio.
Universidades, grandes centros de sapiencia, asambleas... muchos eran los que acudían a las Urbes voladoras atraídos por sus secretos, infraestructuras, maestros y sus poderosos artefactos. A medida que iba pasando los siglos, el Imperio Ethurio fue consolidándose en poder soberano en la Tierra.
Por debajo de los Magócratas o de cualquier arcano de esta era, bien sea por herencia o que habían accedido al privilegio de estudiar la magia ethuria, estaban los seres mundanos. Aquellos que no tenían la capacidad para la magia se les consideraban seres inferiores. Fueron muchas razas, hombres, mujeres y niños que acabaron siendo siervos del imperio o peor, esclavos. Y, aunque los Magócratas eran poderosos, por encima de estos había una persona que ostentaba una soberanía superior a la que incluso los más avezados de la Era en el campo de la magia se sometían. El poder de todo el imperio residía en el Emperador.
El emperador Ethurio era el Magócrata más poderoso de todos. Maestro de la magia ethuria y soberano de la capital Ethuria, la enorme ciudad Ambar. Su poder arcano era tal que era adorado a un nivel divino y considerado un ser superior por encima de los dioses antiguos. Llegó a un punto en que el emperador prohibió cualquier culto que no fuera a su persona, persiguiendo y castigando con la muerte a cualquiera que rezara a los dioses antiguos de la creación o a sus hijos divinos. Durante esta época, los dioses quedaron olvidados y a la sombra del Emperador.
No había ninguna familia imperial, ni el emperador tenía descendencia directa. Eran los propios Magócratas los que escogían al emperador, mas no era diferente al original. Valiéndose de complejos procesos mágicos ahora olvidados, creaban al nuevo emperador mediante la reencarnación. Usaban un receptáculo, un cuerpo mortal escogido por estos para que el alma del emperador tomara su cuerpo y lo poseyera. De este modo el emperador ethurio nunca moriría y sería eterno.
Esto no hacía sino reforzar la figura divina intencionada que el emperador quería presentar a los ojos del pueblo llano, pues solo la casta de los nobles y los Magocratos sabían de su naturaleza.
En cierto momento, la mayoría de razas y culturas de la época terminaron postrándose ante el emperador y su Imperio, unos en servidumbre, como los enanos, o directamente en forma de esclavos como los medianos o los gnomos. El culmen de la subyugación impuesta por los Ethurios se dio con los primeros elfos, ya que al ser competidores directos del poderoso emperador y su imperio fueron perseguidos y exterminados.
Al reducirse sus enemigos, y no sobresalir ninguna potencia que pudiera hacerle rival, el imperio prosperó y mantuvo su esplendor durante varios siglos. Las pocas guerras que había en los dominios del imperio eran en las zonas más limítrofes de su territorio, organizados por grupos de rebeldes en contra de su soberanía o tiranía en ocasiones. Sin embargo, el gran poder mágico de los Ethurios podía prácticamente con cualquier enemigo que los desafiara: sus ejércitos mágicos eran casi invencibles y los artefactos que portaban sus generales tenían tal poder que pulverizaban a sus enemigos en apenas unas horas, incluso a los más fuertes y decididos ejércitos.
Cuando el Imperio Ethurio se quedó sin adversarios potenciales, y a medida que iba expandiéndose más y más a lo largo de los últimos siglos, las disputas empezaron a incrementarse entre los Magócratas. A pesar de sus posiciones de poder, siempre anhelaban más. Llegó un momento en que las luchas y las intrigas dentro de la Magocracia estaban al orden del día, bien sean para complacer al Emperador o bien para intentar acabar con otros rivales Magócratas y tomar sus poderes tanto mágicos como políticos.
Estas luchas llegaron a tal extremo que algunos de los Magócratas más poderosos trabajaron en un peligroso proyecto que finalizaron en la creación de los Devoradores de Magia, con idea de acabar con sus otros adversarios Magócratas de una forma rápida y directa. Ya que estas criaturas sobrenaturales tenían la capacidad de absorber toda la magia de su alrededor en un solo instante, alimentándose de la magia drenada durante ese proceso.
Sin embargo, algo salió mal a la hora de controlar a los Devoradores de Magia. Liberándose de su sometimiento, estas criaturas comenzaron a exprimir por completo toda la esencia de mágica en su presencia, no solo de los Magócratas que debían eliminar o de los que los habían creado, sino de los diferentes lugares que abarcaba el Imperio Ethurio y sus grandes recursos mágicos. A pesar de los numerosos esfuerzos para revertir su desastre, la Magocracia no pudo evitar la destrucción de la mano de estas criaturas que ellos mismos habían creado.
Dado a la gran dependencia de la magia, el imperio no tardó en desmoronarse, haciendo que todo fallara cuando los Devoradores la absorbieron. A causa de la consumición de la energía mágica, las ciudades flotantes poco a poco se quedaron sin sustento arcano para mantenerse en el aire causando que estas cayeran en picado de forma súbita, una a una: las grandes ciudades flotantes se estrellaron. Millares de personas murieron, ya fuera por la presencia de un Devorador de Magia o por la falta de recursos mágicos que sustentaban sus vidas. Pero no solo el Imperio se derrumbó, los bosques se marchitaron y murieron, las montañas erupcionaron y fueron constantes los temblores, el clima cambió radicalmente a uno nocivo y mortal. Las ciudades que quedaban en tierra, antaño esplendorosas, acabaron en páramos desolados y en ruinas.
Esta forma de tratar la energía mágica tan a la ligera acabó por llevar a la ruina al imperio, incapaz de parar esta destrucción. Poco a poco, los Devoradores de Magia acabaron con toda fuente mágica presente en sus territorios hasta que sucumbieron por falta de esta. Los Magócratas que aun quedaban se dieron cuenta demasiado tarde que, buscando el poder absoluto mediante el control de la magia, estaban acabando con el propio mundo que ellos mismo habían moldeado. Tanto el Emperador como la Magocracia cayeron en su totalidad, víctimas como otras tantas de este acontecimiento, llevando al Imperio Ethurio a su extinción a causa de la ansia de poder y la avaricia humana.
La destrucción ocasionada por el Gran Cataclismo que siguió no paró en muchas décadas, dando fin de manera abrupta la era Ethuria para dar paso a la conocida era del Cataclismo.
Dado a la gran dependencia de la magia, el imperio no tardó en desmoronarse, haciendo que todo fallara cuando los Devoradores la absorbieron. A causa de la consumición de la energía mágica, las ciudades flotantes poco a poco se quedaron sin sustento arcano para mantenerse en el aire causando que estas cayeran en picado de forma súbita, una a una: las grandes ciudades flotantes se estrellaron. Millares de personas murieron, ya fuera por la presencia de un Devorador de Magia o por la falta de recursos mágicos que sustentaban sus vidas. Pero no solo el Imperio se derrumbó, los bosques se marchitaron y murieron, las montañas erupcionaron y fueron constantes los temblores, el clima cambió radicalmente a uno nocivo y mortal. Las ciudades que quedaban en tierra, antaño esplendorosas, acabaron en páramos desolados y en ruinas.
Esta forma de tratar la energía mágica tan a la ligera acabó por llevar a la ruina al imperio, incapaz de parar esta destrucción. Poco a poco, los Devoradores de Magia acabaron con toda fuente mágica presente en sus territorios hasta que sucumbieron por falta de esta. Los Magócratas que aun quedaban se dieron cuenta demasiado tarde que, buscando el poder absoluto mediante el control de la magia, estaban acabando con el propio mundo que ellos mismo habían moldeado. Tanto el Emperador como la Magocracia cayeron en su totalidad, víctimas como otras tantas de este acontecimiento, llevando al Imperio Ethurio a su extinción a causa de la ansia de poder y la avaricia humana.
La destrucción ocasionada por el Gran Cataclismo que siguió no paró en muchas décadas, dando fin de manera abrupta la era Ethuria para dar paso a la conocida era del Cataclismo.
La era del Cataclismo comenzó tras el Gran Cataclismo. Durante años, el Continente entero sufrió modificaciones y remodelados continuos consecuencia de tormentas de fuego, tornados, terremotos e inundaciones.
Conforme se estabilizaba la Urdimbre, estos fénomenos fueron remitiendo en intensidad, quedando la geografía de las Tierras más similar a la que conocemos en la actualidad.
La desaparición durante esos años de la luna, unido a los constantes seísmos que se produjeron, alteró las mareas ocasionando grandes inundaciones. Una buena parte del continente más septentrional se hundió bajo las aguas, sepultando ciudades antiguas bajo el mar. Algunas extensiones más elevadas de tierra, ya fueran llanuras o colinas, se salvaron de esta masiva inundación, creándose diversas islas. Así aparecieron las Islas Esmeralda, la Isla del Wadi, la Isla del Ocaso o las Islas del Hielo.
Lo que antaño eran extensos y frondosos bosques repletos de vida, se convirtieron en pantanos cenagosos y desolados, como fue el ejemplo de las Marismas Anodinas, y ni siquiera las ciudades que había en estos bosques ancestrales sobrevivieron al desastre, quedando solo ruinas entre las pantanosas aguas. También el norte del continente se vio afectado por las marejadas, creándose un extenso lago endorreico y salino conociéndose como Mar Sahuagin. Esta zona ahora marina contaba con pequeñas islas y zonas de tierra en su interior donde los pocos seres vivos supervivientes pudieron empezar de cero.
El sur del contiente, antes con campos fértiles y abundantes llanuras, ahora era una tierra árida y seca. Lo que antaño había sido la cuna del imperio, la ciudad Ambar, había desaparecido quemando y erosionando la tierra hasta convertirse para siempre en un extenso desierto conocido como el desierto de Halem. La caída de sus ciudades flotantes, entre ellas la capital, quedaron o bien incrustadas en la faz de la tierra dando lugar a enormes moles montañosas como los Colmillos, o sepultadas en la arena, convirtiéndose en enormes tumbas de la historia de la era Ethuria, siendo a día de hoy algunas de ellas yacimientos conocidos.
Esta alteración en el orden natural causó también la aparición de una buena parte de las montañas orientales del continente que se conocen en la actualidad como las Montañas Quebradas. Donde antes había simples colinas y algunas explotaciones mineras ethurias, ahora había bastas cordilleras que alcanzaban hasta los cuatro mil metros.
Por otro lado, las tierras centrales del continente, como en el caso de la región de los ríos, pudieron conservar una parte de su geografía y fertilidad, y otras zonas menos habitadas fueron surcadas por nuevos ríos y afluentes, lo que dio una oportunidad a la poca vida que quedaba durante esta era.
A lo largo y ancho del continente, quedaron vestigios de lo que una vez fue el imperio más poderoso de la tierra, sobre todo ruinas de las ciudades flotantes, de los asentamientos, o de los núcleos urbanos que había en tierra. Estos vestigios fueron ignorados durante años, pasando a ser habitados por bestias o humanoides salvajes. La mayoría de ellos son, sin quererlo, custodios de los secretos que quedaron olvidados por los descendientes de humanos, elfos o enanos.
Tras la devastación, la vida se abrió camino de nuevo. Poco a poco, los descendientes de los supervivientes de la era Ethuria fueron saliendo adelante con los escasos recursos que les daba la tierra. Tanto en el continente como en las distintas islas se fueron creando pequeñas comunidades, siendo al principio nómadas que tras años de vagar por las tierras en busca de zonas mas o menos fértiles, acabaron por establecerse creando pequeñas aldeas y asentamientos. Algunas razas se tuvieron que adaptar a sus nuevos entornos o regiones para poder sobrevivir, siendo los más destacados casos de tanto humanos como de elfos. Las razas volvieron a aprender el arte de la forja, la caza, agricultura y ganadería, estas nuevas generaciones tuvieon que empezaro de nuevo. Entre todos los supervivientes, independientemente del territorio, empezó a desarrollarse un pensamiento insidioso e invasivo: el absoluto desprecio a todo lo relacionado con la magia, los Ethurios, y los lanzadores de conjuros.
Por su parte, la magia que había sido consumida de forma tan violenta fue estabilizándose y volviendo al mundo, mas estaba en un estado leve, frágil y latente. Y dado que nadie quería volver a practicarla durante siglos, durante mucho tiempo quedó en el más absoluto de los olvidos.
En busca de referencias o esperanzas, las nuevas generaciones volvieron a creer en los viejos dioses de la creación, recuperando los mitos, las leyendas y las fábulas antaño olvidadas y enterradas por los Ethurios, y por qué no, inventando algunas nuevas. Lo que una vez representó el emperador y su Imperio trataron de borrarlo de la historia, y poco a poco volvió a florecer la fe en los viejos dioses para que les ayudasen a prosperar en la era de la Desolación que comenzó, poco a poco.