No hay nadie más poderoso que una persona con dinero. ¿Y sabes quién tiene la mayor parte del oro de Tierras Desoladas? Eso es, la Compañía Mercantil de los Dedos de Oro.
— Comerciante de Galparan
Esta compañía mercantil nace de los vacíos de poder que quedaron tras la Guerra de los Ríos. Aprovechando la marcha del pueblo mediano, tras ser desposeídos de las sucursales bancarias en Puerta del Tral y el abandono en Galparan, se alzó una cabeza pensante, Leodoina Mezzerendia, una mujer inteligente y adinerada que, con ojo crítico, se ganó el favor de ciertos nobles cuyas únicas ambiciones descansaban en expandir sus riquezas ahora donde quedaban terrenos vacíos y recursos naturales sin dueño.
Pocos años después de la guerra de los ríos, y en busca de consolidar la influencia económica y reafirmar su independencia, la Compañía Mercantil de los Dedos de Oro fue reconocida por el gobierno de Galparan. Los objetivos de dicho reconocimiento servirían para justificar la nueva forma del gobierno que abrazaría la ciudad y reforzar su propia identidad de mercaderes mediante el comercio y el éxito económico. El capital inicial de la compañía comercial estaba formado por aquellos nobles que habían amansado riquezas de una manera u otra, así como los restos despojados de los bancos medianos, cuyo propósito no era más que el traer más riqueza y poder a Galparan y alzarla en su estatus de ciudad sin importar cómo. Siempre y cuando la compañía generara y devolviera lo invertido en ella, estaría exenta de cualquier impedimento legal que pudiera imponer el gobierno. Como directora, Leodoina Mezzerendia tomaría aquello al pie de la letra y expandiría rápidamente la compañía, gran parte de las veces con acciones de muy dudosa moralidad, pasando por la intimidación económica y la manipulación del oro, permitiendo a la compañía suplantar cualquier interés comercial que hubiera hasta el momento.
Tras las guerras contra La'Shan y los años en calma que ahora se viven en las Tierras Desoladas, la Compañía se ha hecho muy poderosa, llegando a despertar recelos en los gobiernos de algunas ciudades y castillos, temiendo por su poder. Con sucursales en prácticamente todas las ciudades importantes, se dice que la Compañía usa estas como centros de espionaje e incluso que el nuevo alcalde de Galparan, podría haber estado puesto a dedo por la compañía para controlar el comercio de todo el continente desolado.
La Compañía Mercantil de los Dedos de Oro existe, según su estatuto, por el único propósito de enriquecer a sus inversores y, por consecuencia, a Galparan. Bajo esta premisa se encuentra, además, una corriente cultural de orgullo comercial. La directora de la compañía, así como los inversores más cercanos, creen religiosamente que son los mejores comerciales de Tierras Desoladas y, por ende, así debe continuar siendo. La Compañía de los Dedos de Oro es tomada en buena consideración, y goza de buena reputación entre los otros poderes comerciales de las ciudades del continente, aunque en los últimos años eso parece estar cambiando. En aquellos lugares donde la organización se mueva y estén alejados de las leyes, esa reputación rápidamente puede verse degradada.
Por encima de todo la Compañía Mercantil de los Dedos de Oro es conocida por su versatilidad, habiéndose hecho de renombre por asegurar los tratos y traer mercancías de difícil acceso a cualquier parte del continente. La organización cree ciegamente que, si existe dinero para hacer o conseguir, no importa la forma, quieren ser ellos los que lo hagan. Entre las cosas más destacadas que pasan por las manos de esta compañía está el cobre, hierro, acero, mithril, plata, oro, cristal, especias, y un sinfín de bienes más.
La compañía forma un cuerpo de ocho grandes inversores, entre ellos poderosos nobles. Cada uno tiene el mismo poder para votar y decidir sobre cualquier decisión y estrategia de la compañía, en la cual un simple voto de mayoría representa un sí o un no. Mientras que la compañía refuerza una jerarquía y espera obediencia y conformidad entre los trabajadores, sus operaciones suelen estar muy descentralizadas y, por norma general, gozan de mano libre (especialmente en los temas relacionados con la ley) a la hora de conseguir sus propósitos.